jueves, 14 de octubre de 2010

un cuento de dolor


Desperté y recordé todo lo que tenía que hacer, mire a la ventana y sonreí; arregle mi cuarto y fui al baño llene la tina de agua y le eche esas burbujas que tanto me gustaba.
Fui hacia mi cuarto y abrí el cajón de la mesa; envuelto en un pañuelo rojo saque la cuchilla y la deje al lado de la tina.
Mientras entraba en la tina mis ojos se llenaban de lágrimas y el dolor y vacio crecían en mi corazón, el dolor era tan insoportable, tome la cuchilla y con un rápido movimiento la tina comenzó a teñirse de rojo, la cuchilla callo ensangrentada y mi visión fue tornándose borrosa y el último suspiro vino con un nombre: Rodrigo.
Cuando abrí los ojos, me sorprendió ¿aun sigo viva?- se pregunto, una enfermera me explico que estaba en un clínica.
Me preguntaba quién me habría encontrado si vivía sola y no tenía a nadie, a los pocos minutos descubrí el gran misterio la señora Esther, con lágrimas en los ojos me abraso.
Ahora entendí la señora Esther tenia copias de las llaves del cuarto, seguro al ver que no llegaba a almorzar fue a buscarme, me apenaba poner en esa situación a la única persona que me ayudaba y quería.
El doctor se acerco y explico las cosas; había perdido mucha sangre y tenía que quedarme unos días ahí; el doctor nos hizo prometer que iríamos al siquiatra.
2 días después pude salir del hospital; todo estaba igual, aquellos sentimientos también estaban igual, el vacio, la soledad, el dolor, la angustia, la frustración ; el ambiente estaba frio, y decidí salir a dar una vuelta; empezó a llover y esas lluvia trago consigo 1 a 1 todos recuerdos; justo enfrente estaba Rodrigo con su actual conquista, una chica muy bella a decir verdad; el también era bello y muy inteligente esas eran sus mejores armas y podía conquistar a cualquier chica que se atravesara, en mi cabeza me decía, lo tonta que era , al tratar que quitarme la vida por un pendejito de barrio, pero para mí significaba algo mas, Rodrigo al notar mi presencia sonrió; yo di la vuelta mientras una lagrima salía de mis ojos; esa sonrisa que tanto amaba y odiaba a la vez, me repetía una y otra vez que tenía que sacarlo de mi cabeza y corazón.
Pasaron los días y llego lo que tanto estaba evitando , la señora Esther me llevo con un siquiatra conocido por ella; mi siquiatra Carmen era alta, bella, rubia y la cara más tierna del mundo, al salir de la consulta algo cambio dentro de mí, era como que un peso se me había quitado de encima, al salir Esther me dijo que la esperara y entro a y hablar con Carmen, en la pequeña sala estaba un chico muy guapo, que no dejaba de mirarme ,grandioso- me dije, -ahora todos pensaran que estoy loca.

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